miércoles, 22 de abril de 2020

23 de abril: Feliz día del libro

Estimada alumna, estimado alumno:
Hoy es el día del libro. Si estuviéramos en clase, hablaría de Shakespeare y Cervantes, dos de los autores que más hemos leído este año, el primero en Literatura universal y el segundo en lengua de primero. 
¿Y en segundo? En segundo no entraban en temario, pero sin su herencia  y sin esa corriente subterránea que lleva a los escritores a poner su inteligencia y su alma en unos papeles, tampoco tendríamos la literatura que estamos estudiando: ¿Te acuerdas del truco que Cela toma de El Quijote para empezar La familia de Pascual Duarte? ¿Y de la influencia de Shakespeare en el teatro de Lorca?
Aunque se cree que por diferencias históricas de calendario el dato no es muy exacto, ambos murieron el 23 de abril de 1616 y por eso la celebración de hoy. 
Habitualmente, se hacen coincidir con él las ferias del libro y la gente se regala libros y flores.

Este año no se celebran esos eventos, pero los libros, sí: los libros se celebran a diaro y la mejor -y quizá la única- manera de hacerlo es abrirlos y quedarse a vivir en ellos durante algunos ratos. Algunas veces, no hay lugar mejor.

Como hay pendientes de entrega algunas tareas de la semana, hoy estoy a tu disposición en el horario habitual para aclarar dudas, pero no añadiré aquí apuntes ni tareas, me parece más oportuno intentar  celebrar este día señalado en el que en el instituto habría encuentros con autores, concurso literario y otras actividades relacionadas con los libros.

Es tentador hablar de todas esas obras escritas durante epidemias y convalecencias: El Decameron de Boccaccio; Diario del año de la peste, de W. Defoe... o que han tomado tales episodios como símbolo de otros males de la conciencia o la sociedad: La peste, de A. Camus, Rinocerontes, de E. Ionesco, Ensayo sobre la ceguera, de J. Saramago... 
Sería oportunista, pero no oportuno, y encuentro fundamental considerar la diferencia.

Simplemente quiero dejar aquí un poema de Rainer María Rilke, uno de los más importantes e influyentes desde el primer tercio del siglo XX. 

Rilke no es un poeta de la alegría de vivir. Quizá podamos decir incluso que es un poeta triste, pero su tristeza tiene un latir propio muy valioso por sabio: primero la hace habitable y después la piensa hasta vencerla para hacer de sus sombras rayos de luz. Espero que os guste y que tengáis un buen día del libro 2020.



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