martes, 20 de noviembre de 2018

La ventana infinita (Libros, TICs y cociente intelectual)

La inteligencia promedio de los jóvenes hoy sería hasta 9 puntos menor que la de los jóvenes hace casi 50 años. Después de analizar el Cociente Intelectual de 730.000 jóvenes noruegos de 18 y 19 años entre 1970 y 2009, un estudio realizado por el Ragnar Frisch Centre for Economic Research (Noruega) parece confirmar que, después de la década de 1970, la inteligencia que miden los tests no ha dejado de menguar, hasta haber retrocedido ya a los mismos niveles de 70 años atrás. (Para ver una estimación de los datos mundiales, pinchar sobre estas letras)

Según la mayoría de expertos, estos datos en principio se deberían a una combinación de factores:
- Sobrexposición a la tecnología
- Disminución del tiempo lectura
- Aumento de las horas dedicadas a los pasatiempos en línea
- Cambios en el sistema educativo
- Cambios en la nutrición y el ejercicio físico

Los que no creemos que la educación tenga que convertirse en un juego perpetuo ni que las TICs sean otra cosa que un recurso en el proceso educativo, estamos desolados por haber intuido hace ya algún tiempo esta indeseada realidad que los datos parecen corroborar. Los vendedores de edupreferentes nos llamaban pesimistas -cuando no vagos o cenizos- por no creer que cosmética y humo fueran a traer per se un crecimiento educativo infinito. Había algunos indicios: dificultades de comprensión lectora o de cálculo, aparición de ludopatías infantojuveniles, disminución de la lectura, e incluso del ejercicio físico y los juegos no digitales.

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 Preferiríamos que no fuera cierto y que esa mezcla de ludismo ("gamificación", según el horrendo calco) y tecnología ("innovación" lo llama otro calco gerencial) nos hubiera permitido salvar al mundo de la indigencia educativa. Los que vendieron ese merchandising como panacea, dicen ahora que es que la inteligencia ha cambiado, o que hay que adaptar los tests a las nuevas realidades. 

Aplican con ello, consciente o inconscientemente, una concepción darwinista de la inteligencia como capacidad de adaptación a un medio. Omiten que el medio humano es un medio intervenido, prácticamente artificial en las grandes ciudades y transformado por el propio hombre. 

(Olvidan de paso que Darwin previó y aclaró que sus teorías sobre animales y ecosistemas no eran extrapolables a la sociedad ni a los entornos humanizados: el hombre es el único animal con capacidad para transformar radicalmente el medio, porque dispone de racioconio, libre albedrío y esa cosa a veces tan molesta llamada ética.Tal vez por eso sus argumentos suenen a excusas incluso cuando tienen cierta carga de razón).
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Pero, aunque los datos admitan diversas interpretaciones y siempre un cierto grado de falsabilidad, la abundante recopilación evidencia que en todas las pruebas que requieren atención sostenida y complejidad intelectual y operativa, los resultados han empeorado sensiblemente. Y así, entre todos los adultos -familiares, profesorado, legisladores, administradores, vecinos y demás...- estaríamos  retrasando el desarrollo intelectual de esas cabezas adolescentes a las que más bien tenemos que intentar dotar a la vez de estructura intelectual, capacidades profesionales y autonomía personal.
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Tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Ni para seleccionar excusas. Sobre todo porque no sirve para nada. No hay tiempo para llorar la posible debacle -si es que lo es- . Hay mucho trabajo que hacer, y dibujar un apocalipsis cada cuarto de hora o rumiar justificaciones nunca condujo a mucho. Parece ser que sin cualquier forma de comprensión y voluntad, sigue siendo imposible mejorar nada. También aprender. Madurar. Hacer.
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No existen los sistemas perfectos. Tampoco en el campo de la educación: casi todos sabemos que no existen ni el alumnado, ni el profesorado, ni los métodos, ni los medios perfectos. Quienes se dedican a las industrias educativas como un sector más de la economía de mercado -y quienes asumen los mantras de ese discurso a modo de pensamiento único y mágico, venden autoayuda -de ayudarse ellos a sí mismos- en forma de publicaciones del ramo, videoconferencias lucrativas, plataformas virtuale y, monólogos en eventos que a veces caen en lo patético.

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¿Qué hacer? Quizá lo primero de todo sea jugar.
¿Jugar? Sí. Pero a otra cosa. A aprender. A aprender en serio.
¿Innovaciones? Sólo lo que conduce a un desarrollo efectivo es innovación, y eso pasa más por comprender el medio concreto y contextualizar que por vender los juguetes y mentiras del edubusiness.
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¿Tecnología? Sí. Pero sólo recordando que tecnología es cualquier dispositivo, incluidos los inmateriales, que podemos emplear como medios para nuestros fines y no para ser seducidos y devorados acríticamente por cachivaches y vanos discursos homeopáticos, esos unsufribles gurús venales que expenden la tópica del ramo para que todo siga como está.... después de prometer exactamente lo contrario.

De momento, podíamos dedicar más tiempo a desentrañar las versiones (digitales o analógicas) de las ventanas infinitas, estos siempre novedosos terminales:





*(La mayoría de las viñetas son de Néstor Alonso, serie Educative innovéision)

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